EL PROLETARIADO DURANTE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
Como consecuencia de la revolución agrícola y demográfica, se produjo un éxodo masivo de campesinos hacia las ciudades. El antiguo agricultor se convirtió en obrero industrial. La ciudad industrial aumentó su población como consecuencia del crecimiento natural de sus habitantes. La carencia de las habitaciones fue el primer problema que sufrió esta población marginada socialmente; vivían en espacios reducidos sin las mínimas comodidades y condiciones de higiene. A ello se sumaban largas jornadas de trabajo en condiciones realmente penosas: llegaban a más de 16 horas diarias, en las que participaban hombres, mujeres y niños, con salarios de miseria, sin protección legal frente a la voluntad de los dueños de las fábricas o centros de producción. Este conjunto de males que afectaba al proletariado urbano se llamó la “cuestión social”, haciendo alusión a las insuficiencias materiales que les afectaban.
El proletariado vivía en el centro de la ciudad, que no disponía de ningún tipo de servicio público, como el alcantarillado, por lo que todos los residuos se acumulaban en las calles de la ciudad. Todo ello provocaba una gran tendencia, por parte del proletariado, a contraer enfermedades. Además, muchos hombres y mujeres que trabajaban en las fábricas tenían un aspecto enfermizo: estaban pálidos y escuálidos. Todo esto hacía que pocos de ellos lograsen llegar a una edad avanzada.
Con respecto a los niños, trabajaban en pequeñas habitaciones con apenas luz, al lado de las máquinas y con un aire sucio en el ambiente. Éstos se veían abocados a la vida laboral a una edad temprana: 8/9 años, o incluso antes. Los niños y niñas debían realizar trabajos muy diversos en condiciones precarias; eran tareas que superaban sus fuerzas y capacidades, y, además, estaban peor retribuidas.
"Trabajo en el pozo de Gawber. No es muy cansado, pero trabajo sin luz y paso miedo. Voy a las cuatro y a veces a las tres y media de la mañana, y salgo a las cinco y media de la tarde. No me duermo nunca. A veces canto cuando hay luz, pero no en la oscuridad, entonces no me atrevo a cantar. No me gusta estar en el pozo. Estoy medio dormida a veces cuando voy por la mañana. Voy a la escuela los domingos y aprendo a leer. (…) Me enseñan a rezar (…)”
Declaraciones de la niña Sarah Gooder, de ocho años de edad. Testimonio recogido por la Comisión Ashley para el estudio de la situación en las minas, 1842.
"Trabajo en el pozo de Gawber. No es muy cansado, pero trabajo sin luz y paso miedo. Voy a las cuatro y a veces a las tres y media de la mañana, y salgo a las cinco y media de la tarde. No me duermo nunca. A veces canto cuando hay luz, pero no en la oscuridad, entonces no me atrevo a cantar. No me gusta estar en el pozo. Estoy medio dormida a veces cuando voy por la mañana. Voy a la escuela los domingos y aprendo a leer. (…) Me enseñan a rezar (…)”
Declaraciones de la niña Sarah Gooder, de ocho años de edad. Testimonio recogido por la Comisión Ashley para el estudio de la situación en las minas, 1842.
Ana Fernández González – 4º ESO
EL COSTE SOCIAL DE LA REVOLUCIÓN INDUSTRIAL
En el siglo XIX se va a definir un nuevo sistema económico (el capitalismo), lo que provocará que se acumule cada vez más riqueza en manos de unos pocos, desencadenando la miseria obrera. El proletariado va a vivir una situación de miseria material y también de miseria moral y cultural. Los principales problemas que sufre son:
1. Régimen de trabajo duro, carente de seguros, con fuertes multas para los obreros que no cumplían su trabajo… deshumanización.
2. Etapas constantes de paro, que para ellos suponía la muerte por hambre.
3. Largas jornadas de trabajo: 70 á 80 horas semanales; entre 14 y 16 horas diarias.
4. Alojamientos inhumanos: en sótanos y desvanes del centro de la ciudad, y después en suburbios miserables.
5. Escasa alimentación, carente de lo básico para mantener la salud.
6. No existían condiciones sanitarias ni higiénicas, tanto en las fábricas como en las minas y en la viviendas suburbiales (falta de agua, ventilación, contaminación...).
1. Régimen de trabajo duro, carente de seguros, con fuertes multas para los obreros que no cumplían su trabajo… deshumanización.
2. Etapas constantes de paro, que para ellos suponía la muerte por hambre.
3. Largas jornadas de trabajo: 70 á 80 horas semanales; entre 14 y 16 horas diarias.
4. Alojamientos inhumanos: en sótanos y desvanes del centro de la ciudad, y después en suburbios miserables.
5. Escasa alimentación, carente de lo básico para mantener la salud.
6. No existían condiciones sanitarias ni higiénicas, tanto en las fábricas como en las minas y en la viviendas suburbiales (falta de agua, ventilación, contaminación...).
Estos desórdenes materiales van a provocar fuertes alteraciones morales, tales como:
* Analfabetismo.
* Alcoholismo.
* Prostitución.
* Hijos ilegítimos y abandonados.
* Criminalidad.
Los más perjudicados, como siempre, los niños y niñas que debían realizar trabajos en condiciones precarias, que estaban peor retribuidas que los trabajos de los adultos. He aquí un testimonio:
“Empujo cubos de carbón. Esta calva de la cabeza me la he hecho empujando cubos. Los empujo unos dos kilómetros bajo tierra y los traigo de vuelta. Pesan tres quintales y hago unos once viajes cada día. Los picadores de carbón para los que trabajo me pegan si no me doy prisa. Soy la única chica del pozo, tengo 9 años. Hay unos veinte chicos y quince hombres. Los hombres van desnudos. Preferiría trabajar en la fábrica textil antes que en el pozo. Hace poco conocí a un chico; le vi los ojos y le pregunté qué había pasado. Dijo: el vigilante me ha azotado, pero no protestes, porque nos echará a la calle. El vigilante le había dado correazos por no haber cumplido inmediatamente sus órdenes. Tenía la espalda en carne viva, y seguía teniendo señales quince días después.”* Analfabetismo.
* Alcoholismo.
* Prostitución.
* Hijos ilegítimos y abandonados.
* Criminalidad.
Los más perjudicados, como siempre, los niños y niñas que debían realizar trabajos en condiciones precarias, que estaban peor retribuidas que los trabajos de los adultos. He aquí un testimonio:
Mª Victoria Moreno Torrico – 4º ESO
MOVIMIENTO OBRERO
El movimiento obrero surge de la Revolución industrial, como consecuencia de la falta de derechos que los trabajadores tenían en las fábricas. Se inició en Inglaterra.
Condiciones laborales:
• Sueldos muy bajos.
• Jornadas laborales muy largas: eran de 12 a 14 horas, con un solo día festivo a la semana.
• Niños a partir de siete años eran empleados en fábricas cobrando, como las mujeres, salarios muy inferiores a los hombres. Las largas horas de trabajo suponían para ellos tener un aspecto enfermizo o padecer mayor número de enfermedades.
• Explotación intensiva de la mano de obra infantil y femenina (niños y mujeres cobraban menos por hacer el mismo trabajo que los hombres); las mujeres, además, se encargaban de los trabajos domésticos.
• Falta de higiene y de seguridad en el trabajo (los accidentes laborales eran frecuentes).
• Inexistencia de leyes que regularan las condiciones laborales (los obreros tenían que aceptar lo que les ofrecieran los patronos).
• Inexistencia de seguro médico, de desempleo o jubilación, paro.
• Castigo sin sueldo por los retrasos y las ausencias, aunque fueran por enfermedad.
• Condiciones de vida miserables que se endurecían cada vez más por las malas condiciones laborales, horas excesivas de trabajo, grandes esfuerzos físicos y condiciones insalubres.
• Se generaba también un aumento de la mendicidad debido a que los trabajadores perdían sus puestos de trabajo o partes de su cuerpo por los continuos accidentes.
Condiciones de vida de los obreros:
• Alimentación escasa y de baja calidad; impuestos muy elevados sobre los productos de primera necesidad.
• Viviendas pequeñas, situadas en barrios obreros periféricos, insalubres y muy contaminados; alta incidencia de enfermedades infecciosas.
• Esperanza de vida muy baja; tasas de mortalidad y mortalidad infantil muy altas.
• Analfabetismo mayoritario (inexistencia de escuelas públicas gratuitas).
• Tasas elevadas de alcoholismo.
• Discriminación en el servicio militar («quintas»), del que sí podían “escapar” las clases medias y altas.
"Tuve frecuentes oportunidades de ver gente saliendo de las fábricas y ocasionalmente atenderles como pacientes. El pasado verano visité tres fábricas algodoneras con el Dr. Clough de Preston y con el Sr. Baker de Manchester y no fuimos capaces de permanecer diez minutos en la fábrica sin empezar a jadear por falta de aire. ¿Cómo es posible que quienes están condenados a permanecer ahí doce o catorce horas lo soporten? Si tenemos en cuenta la temperatura del aire y su contaminación no puedo llegar a concebir cómo los trabajadores pueden soportar el confinamiento durante tan largo periodo de tiempo".
Declaraciones efectuados por el Dr. Ward de Manchester en una investigación sobre la salud en las fábricas textiles en marzo de 1819
Soledad Moreno Pontes – 4º ESO